AAAS-TWAS Curso de Diplomacia Científica: Discurso inaugural de la Secretaria General de la CITES, Ivonne Higuero

Actualizado en 17 Julio 2024

 

Curso de Diplomacia Científica de la Asociación Estadounidense para el Progreso de la Ciencia (AAAS) y la Academia Mundial de Ciencias (TWAS)

Discurso inaugural de la Secretaria General de la CITES, Ivonne Higuero

18 de junio de 2024

 

Estimados y estimadas colegas,  

© G. Ortolani/TWAS

participantes,

señoras y señores:

Es un profundo honor embarcarme hoy con ustedes en este viaje académico, en el que se explora la integración de la ciencia, la tecnología, la conservación de la vida silvestre y la diplomacia.    

Deseo expresar mi agradecimiento a la UNESCO, a la Asociación Estadounidense para el Progreso de la Ciencia y a la Academia Mundial de Ciencias por haberme invitado a participar este año en la inauguración del Curso sobre Diplomacia Científica. 

Como Secretaria General de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, o CITES, soy testigo directo de la poderosa interacción entre la ciencia y la diplomacia en el marco de esta Convención única. 

La CITES es un acuerdo internacional entre gobiernos —actualmente, 184 Partes, incluida la Unión Europea— cuyo objetivo es garantizar que el comercio internacional de especímenes de animales y plantas silvestres no amenace la supervivencia de las especies en estado silvestre. 

Se trata de garantizar que el comercio internacional de las más de 40.000 especies de fauna y flora incluidas en los Apéndices de la CITES sea sostenible, legal y trazable. 

Desde su entrada en vigor en 1975, la CITES se ha erigido como una de las herramientas más poderosas del mundo en materia de conservación, equilibrando las necesidades relacionadas con la ecología, los medios de subsistencia y la economía.

Nuestra misión es clara: salvaguardar las especies de fauna y flora incluidas en la CITES para que el comercio no plantee una amenaza para su existencia en el medio silvestre. Para que las generaciones futuras también puedan disfrutar de ellas. La ciencia ocupa un lugar central en esta misión: es una brújula que nos guía a través de las complejidades de la conservación y la formulación de políticas. 

La ciencia no es una mera actividad académica confinada a los laboratorios y trabajos de investigación. Es fundamental para la toma de decisiones informada y constituye la base sobre la que formulamos políticas que trascienden las fronteras, culturas y economías en beneficio tanto de las personas como de la naturaleza.

La diplomacia científica ocupa un lugar decisivo en todos los procesos de la CITES. El tratado requiere que las Partes designen una Autoridad Administrativa, encargada de conceder permisos para el comercio de las especies incluidas en los Apéndices de la CITES, así como una Autoridad Científica que llevará a cabo los estudios necesarios para garantizar la sostenibilidad del comercio internacional de fauna y flora silvestres de ese país. Ambas deben trabajar juntas en el plano nacional. Nuestra interfaz entre la ciencia y las políticas tiene la finalidad de ayudar a los responsables de las políticas a tener acceso a los mejores conocimientos científicos para fundamentar sus decisiones. 

Trabajamos con las Partes para ayudarles a aplicar la CITES con eficacia en un entorno propicio. Por supuesto, aunque prohibir el comercio internacional de una especie puede evitar la explotación excesiva, este debe ser el último recurso, y debe aplicarse teniendo muy en cuenta las repercusiones sobre los medios de subsistencia y las economías, evitando posibles consecuencias contraproducentes sobre los hábitats y el medio ambiente. Un enfoque equilibrado busca acciones de conservación que beneficien tanto a las personas como al planeta, y considera formas de ofrecer alternativas.

Una ilustración útil es el ciruelo africano (Prunus africana). Este árbol es muy apreciado por su corteza, que se utiliza en las industrias farmacéutica y maderera. Las prácticas de recolección insostenibles pusieron en riesgo su recuperación. Esto exigía cooperación internacional y planes de gestión basados en la ciencia. 

Se desarrollaron técnicas de recolección sostenible utilizando marcadores genéticos, y se estableció una asociación entre el Estado, el sector privado y la comunidad en áreas protegidas. De este modo, se conservó la especie y se brindó apoyo a las comunidades locales.

La diplomacia científica nos ayuda a abordar estos problemas mediante un enfoque unificado, que requiere colaboración científica entre naciones y sectores para abordar problemas comunes y crear asociaciones internacionales constructivas, incluso con el sector privado. 

Las prácticas sostenibles no solo consisten en conservar la biodiversidad, sino también en garantizar la viabilidad económica a largo plazo. Si explotamos nuestros recursos naturales de forma insostenible, no estarán disponibles para que los disfruten las generaciones futuras. Debemos colaborar estrechamente con los líderes industriales del sector privado para encontrar sinergias entre sus conocimientos especializados e intereses en materia de ciencia, tecnología e innovación, con nuestros propios conocimientos e intereses. La sostenibilidad es clave para garantizar la rentabilidad.

La CITES ejecuta el Programa de Supervisión de la Matanza Ilegal de Elefantes, o MIKE, que facilita el fomento de capacidad para los guardaparques y entre ellos sobre el análisis científico de datos de mortalidad. Las autoridades nacionales, junto con conservacionistas y los guardaparques, coordinan la cooperación transfronteriza en más de 40 países de África y Asia. En la práctica, intercambian datos sobre el seguimiento de las poblaciones de elefantes, la vigilancia de las rutas del comercio ilegal y la mejora de la coexistencia entre los seres humanos y los elefantes. Los datos del Programa MIKE están demostrando que los esfuerzos de los Estados del área de distribución contra la caza furtiva han resultado muy exitosos. Este éxito ha supuesto un crecimiento significativo de las poblaciones de elefantes en muchos Estados del área de distribución, un logro bienvenido por todos. Sin embargo, ha supuesto una presión sobre los recursos, tanto de hábitats como financieros, con daños a la vegetación y a los cultivos de las comunidades locales, y ha dado lugar a conflictos entre los seres humanos y la fauna silvestre. 

Cuando se trata de la conservación de la fauna silvestre, los distintos países suelen hacer frente a retos comunes, como la pérdida de hábitats y la coexistencia entre seres humanos y animales, así como la necesidad de una financiación sostenible para la conservación. Los beneficios de la conservación de la vida silvestre son de nivel mundial, pero los costos son locales. 

Y allí entra en acción la diplomacia científica, en la que participan varios países, o idealmente todos los países, para compartir datos y recursos con miras a conservar a los elefantes, juntos.

La ciencia impulsa todos los aspectos del trabajo de la CITES, desde la evaluación del proceso de recuperación de plantas suculentas posiblemente sobreexplotadas hasta el desarrollo de herramientas de identificación de especies marinas semejantes y la formulación de un dictamen de extracción no perjudicial (DENP), que es la piedra angular de los procesos científicos de la CITES. 

Antes de expedir un permiso comercial, las Autoridades Científicas CITES deben determinar que la importación/exportación/reexportación no será perjudicial para la supervivencia de las especies en el medio silvestre. 

La formulación de DENP es un esfuerzo de colaboración basado en evaluaciones científicas. Las decisiones sobre la mejora de la aplicación de la Convención se basan en exámenes científicos exhaustivos, que abarcan aspectos como el estado de la población de una especie, su distribución, tendencias, prácticas de recolección, factores biológicos y ecológicos pertinentes e información sobre el comercio. 

Las Partes en la CITES y otros expertos deben llegar a un consenso que garantice que se tengan en cuenta los recursos siguientes: bibliografía científica pertinente; evaluaciones de riesgos ecológicos; estudios de localización de captura y recolección; conocimientos especializados indígenas y de las comunidades locales; consultas con expertos locales, regionales e internacionales; e información sobre el comercio en los planos nacional e internacional.

La diplomacia científica trasciende a la CITES. Es un instrumento crucial para abordar retos mundiales como el cambio climático, la salud pública y el desarrollo sostenible. 

Juntos, hacemos frente a una triple crisis planetaria en un entorno de paisajes geopolíticos cambiantes. Necesitamos comprometernos urgentemente en la elaboración de políticas basadas en datos científicos que encaminen a todos los seres vivos hacia un futuro más sostenible para todos. 

Y podremos llegar sanos y salvos a ese futuro únicamente si todos nos sentamos a la misma mesa para encontrar soluciones, sin olvidar a los pueblos indígenas y a las comunidades locales, así como a otras poblaciones vulnerables que deberían participar en el proceso de toma de decisiones y no quedar relegadas a la primera línea de la crisis. 

Nuestros esfuerzos también deben inspirar y comprometer a las generaciones más jóvenes. Las personas jóvenes de hoy serán líderes el día de mañana. Están deseosas de aportar sus conocimientos tecnológicos y sus perspectivas vigorizadas a la diplomacia intergeneracional. Debemos estar preparados para dotarlas de las herramientas para forjar un camino aún más sostenible, eficaz e inclusivo cuando estén a cargo de la diplomacia científica en el futuro.

La conservación de la biodiversidad es un imperativo universal que requiere que todos dialoguemos y lleguemos a soluciones que tengan en cuenta perspectivas y realidades diversas, especialmente aquellas del Sur Global. 

La diplomacia científica puede ser una vía para que los países en desarrollo accedan a los datos científicos existentes y desarrollen nueva datos con fines educativos y de salud pública, entre otros. 

No obstante, como en todos los ámbitos de la diplomacia multilateral, debemos comprometernos a comprender las diferentes historias, contextos y necesidades, así como las dinámicas de poder potencialmente complejas que entran en juego.

La ciencia no opera en un vacío; está entrelazada con la diplomacia, la economía y los mismos medios de subsistencia de las personas de todo el planeta. 

Y la diplomacia científica no es solo una herramienta, sino una necesidad para alcanzar nuestros Objetivos de Desarrollo Sostenible para la naturaleza y para las personas. 

En esta era de avances tecnológicos radicales, la intersección entre la ciencia, la tecnología y la innovación ofrece oportunidades sin precedentes para todos los ámbitos en la agenda del desarrollo sostenible. Ya sea en el desarrollo de una vacuna, en la creación de un centro de investigación sobre el clima o en la conservación de la fauna amenazada en un lugar declarado patrimonio de la humanidad, debemos seguir aprovechando los conocimientos científicos y aplicar indicadores concretos para medir nuestros progresos a fin de orientar mejor la toma de decisiones.

Señoras y señores:

Con gran entusiasmo les doy la bienvenida a este curso académico sobre diplomacia científica. Se reúnen hoy aquí entre ustedes representantes de la investigación, la educación y el asesoramiento en materia de políticas. Ustedes no solo pertenecen al mundo de la ciencia sino que representan a sus respectivas naciones. Ustedes son también quienes custodian un planeta vivo que depende de nuestra sabiduría y acción colectivas. 

Hoy pasan a formar parte de una rica tradición de uso de la ciencia en colaboración para resolver retos mundiales, mejorar las relaciones internacionales y traspasar las fronteras con principios universales a fin de crear un mundo mejor para todos.

Les felicito por su dedicación a esta causa y deseo que este curso les resulte iluminador. 

Muchas gracias.